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mayo 4, 2018
Cierto es que las expectativas laborales de cada persona son diferentes, y por eso hay empleados, y hay empresarios y emprendedores; y también hay quienes quieren “estabilidad” y durar toda la vida en una organización, así sea soportando presiones, tensiones, líderes hostigantes, condiciones poco agradables de trabajo, incluso espacios físicos completamente inadecuados.Todo eso es cierto y es válido. Sin embargo, resulta poco más que inquietante escuchar de uno de mis alumnos que trabaja en el sector público, que él realmente está ahí (en la empresa para la cual trabaja), básicamente “contando los días” para la pensión.
Supongo que el régimen pensional es especial, y quizás tendrá algunas prebendas en relación con los regímenes convencionales. Pero afirmo que es inquietante porque mi alumno de la Especialización en Gerencia de Recursos Humanos, tiene 32 años, es decir, clasifica al menos por edad, entre los millennials. Desde lo propuesto por Ardila[1], “Calidad de vida es un estado de satisfacción general, derivado de la realización de las potencialidades de la persona. Posee aspectos subjetivos y aspectos objetivos.
Es una sensación subjetiva de bienestar físico, psicológico y social. Incluye como aspectos subjetivos la intimidad, la expresión emocional, la seguridad percibida, la productividad personal y la salud objetiva. Como aspectos objetivos el bienestar material, las relaciones armónicas con el ambiente físico y social y con la comunidad, y la salud objetivamente percibida”; definitivamente es el componente subjetivo el que justifica que tomemos decisiones como la de mi alumno, sobre todo teniendo en cuenta que él mismo refería que el lugar en el que trabajaba no era nada agradable, porque los líderes no reconocían la labor de sus equipos, porque había prácticas de trato parcializado e inequitativo, muchas veces mediado por el favorecimiento a quienes políticamente eran afines a tales líderes, y porque decisiones de terminación de contratos estaban subordinadas al interés particular del líder de turno; es decir, de bienestar más bien nada.
Desde mi perspectiva la decisión de mi alumno es completamente respetable, sacrificando por completo lo que entendemos como calidad de vida laboral, y constituye materia de estudio para quienes tratamos de entender las dinámicas laborales en las organizaciones públicas y privadas.
[1] Ruben Ardila (2003). Calidad de Vida: Una Visión Integradora. Revista Latinoamericana de Psicología, vol. 35 No. 2, págs. 161-164.
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