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abril 23, 2024
Emprendo este escrito compartiendo este valioso legado. “En tiempos de cambios, quienes estén abiertos al aprendizaje se apropiarán del presente, mientras que aquellos que creen saberlo todo, estarán bien equipados para un mundo que ya no existe” Eric Hoffer.
Así mismo quiero rayar algunas líneas que considero pertinentes y que alimentaron sustancialmente mi relación con el desorden. Estuve repasando algunas teorías que explican esta condición de vida, y para este escrito me quedé con los aportes de Georges Balandier, de quien se registra que estudio su carrera de etnólogo y a su vez su motivación por la sociología y la antropología lo pusieron como uno de los exponentes más visibles y portavoz del rumbo de la sociología dinámica. Su interés por investigar los cambios futuristas de las sociedades, merecen ser considerados, y mucho más en los tiempos actuales en donde experimentamos una realidad “caótica a todo nivel”
Madurando la puesta en escena de lo que pude destacar de sus valiosas erudiciones, quiero resaltar uno de sus planteamientos: “No hay un orden único, ni tampoco definitivo en los sistemas sociales”, por el contrario es el desorden el que prevalece como un continuo en las sociedades, y mucho más en las modernas, en especial en la que atravesamos actualmente.
Partiendo de esta mirada, pienso que los condicionamientos que desde antes de nacer ya estaban ordenados y establecidos para nuestra manera de comportarnos, son los que obligatoriamente se revelan y detonan en un desorden, en donde continuarán vigentes aquellas sociedades que reorganicen sus estructuras frente a los nuevos enfoques del aprendizaje, entendido este no sólo como un proceso continuo en donde nos alimentamos de información que nos habilita para obtener el conocimiento y ejercer un “poder” desde los diferentes lugares en donde nos movemos. Hoy esta clase de posturas están quedando rezagadas, si no se integra el componente emocional y las acciones que ejerce cada miembro que hace parte de la sociedad, y que a su vez es necesario pasar de la información y del conocimiento, a revisar las consecuencias de la acción y vislumbrar nuevos callejones entre lo que ya estaba establecido, planeado y producido. Cuando menciono esto no lo hago desde una mirada negativa, por el contrario, pienso que desordenar lo que aparentemente percibíamos ordenado, nos permitirá adentrarnos a la matrix incierta y retadora que compartimos hoy, y que no sabemos cómo será para las nuevas generaciones.
Somos participes de una misma realidad, pero interpretada de diversas maneras, en donde lo caótico trae consigo mismo una nueva eclosión económica, laboral, política, cultural y social que nos pone a repensar la importancia de estar en un estado de alerta, de aprendices, de vigías del desordenamiento, más que de sapientes opresivos y renuentes a la nueva realidad.
La manifestación que deja alterar el orden, nos revela el arraigo que tenemos por lo conocido, lo establecido, lo condicionado, pero que a la postre encontramos nuevas maneras de adaptación y de seguir adelante. Pienso que para poder hacer parte de la dinámica del desorden, es necesario desmitificar las estructuras, no sólo de lo que ya conocemos, y pensamos, sino de lo que nos emociona y con lo que a diario reaccionamos. Resaltando y salvaguardando el estudio serio que hay entre la mente y el cerebro, y rescatando y ubicando en el mismo nivel el del ser Biológico, Cultural y Social que somos y que nos conecta como colectivo.
Para algunas personas puede que el desorden al que hago referencia en este escrito, sea interpretado como una fuente de inspiración y de auto construcción necesaria para romper con las concepciones que se tienen de los modelos de realidad condicionados, mientras que, para otras, puede ser un monstruo que no se quieren encontrar y lo evitan al máximo. Libremente cada persona lo descifra como mejor le convenga, personalmente le he encontrado los siguientes beneficios que quiero compartir en este escrito:
El primero es el del Acto Creativo responsable. El cual pienso que hoy es una de las habilidades emergentes dentro del proceso de aprendizaje y que requiere ser estimulada, incluida y puesta en escena sin prejuicios, ni censura. Esta condición legitima que ha sido cuestionada y limitada, es la que nos está permitiendo fluir desde nuestra propia necesidad y sensibilidad creativa, y nos conecta con las diferentes y versátiles creaciones que nos rodea. En este punto quiero resaltar toda la apreciable gama de iniciativas de emprendimiento y de productos, servicios y actos vocacionales que a diario se publican en las diferentes redes sociales. No discuto, ni censuro lo que observo, más bien lo valoro porque sé que nace del “desorden interno” que cada individuo está sintiendo y viviendo, y que para mí es digno de respeto y de admiración. De hecho, en Linkedin aparecen diversos cuestionamientos sobre lo que las personas publican, y en ocasiones observo unos enganches emocionales, conceptuales y metodológicos que simplemente siguen perpetuando el “orden” impuesto y rígido que ya no funciona en este momento de la historia.
El segundo es enlazar lo que llamamos Conocimiento y Experiencia laboral y profesional a la valiosa diversificación propositiva que emerge de las habilidades, capacidades y valores que conectan a todas las generaciones que necesitan y aspiran ser incluidas en esta nueva realidad. No importa que esta inclusión sea en un espacio físico o virtual, es una necesidad flotable y sentida que requiere ser escuchada sin ningún tipo de ataque, nuevamente es escuchar y observar lo que hay detrás de cada viajero.
El tercero tiene como propósito el Respeto por el derecho legítimo que tiene cada persona en desordenarse y examinar alternativas en los diferentes medios de información, así desde nuestra perspectiva no tenga nuestro interés. El punto es que cada individuo es libre de sentir y vivir este desorden a su manera, y de dejar salir su lado creativo y propositivo, sin que este sea invalidado por el simple hecho de no ser pertinente al orden ya establecido.
El cuarto es la disposición de Libertad de conquistar la propia felicidad en medio de nuestros propios prejuicios, inseguridades y temores, ya que todo lo que hemos concebido está sujeto a ser alterado, y ninguna persona tiene la potestad de cuestionar o restringir esta preciosa sensación.
Y el quinto y último es la Lealtad que cada persona tiene hacia sí misma, únicamente ella sabe en qué posición se encuentra en esta caótica alteración, y conoce hasta donde su lealtad la puede llevar.
Para culminar estas letras, te dejo los siguientes interrogantes:
¿Qué has desordenado en tu vida? ¿Cuál o cuáles fueron tus mayores aprendizajes en ese desordenamiento? ¿Cuál es tu actitud frente al desordenamiento que actualmente estamos viviendo? ¿Cuál es tu grado de tolerancia frente a cualquier tipo de desorden? ¿Cómo reaccionas frente a una persona que la percibas desordenada? ¿Promueves el orden o el desorden?
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