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noviembre 11, 2022
¿Para qué vivir sin prisa?
¿Para qué vivir de prisa?
Hoy algo me despertó, y lo primero que llego a mi mente fue la imagen de millones de personas corriendo, algunas con su rostro angustiado, otras con una sonrisa eufórica, y otras con un mutismo nostálgico, y sin ganas de seguir respirando.
En mí que hacer cotidiano atiendo consultas psicológicas, entrevistas de trabajo y promuevo un modelo educativo en las aulas, al que le llamo; Despertando Consciencia. Amo, y disfruto mi labor, porque gracias a todos los rostros de las personas que en estas actividades se cruzan en mi vida, puedo reconocer la persona que hoy soy, no sé mañana, porque sin ponerlo en duda, lo más fijo que tenemos es el cambio, sin embargo, y es la parte en la que siento una sensación de impotencia, y de nostalgia, observo que, para algunas personas, y no quiero exagerar diciendo que todas, este maravilloso proceso es lento, y a veces no se logra.
El punto al que quiero llegar con esta introducción, es que logré concluir, que estamos rodeados de diversos estímulos, que juegan un papel fundamental para que sintamos una sensación acelerada, parece que las horas del día, cada vez las percibiéramos menos, es decir que la percepción del tiempo, en la década actual, es tan veloz, que involuntariamente actuamos en automático, porque pensamos que el mañana no llegará, y este fenómeno perceptivo, se viene afincado mucho más, después de la llegada del ruidoso, y profundo COVID 19. Otro acontecimiento más, que en su momento fue el protagonista de la historia colectiva de todo el universo terrenal, pero que poco a poco, y como lo pronostiqué en otro escrito, hace parte de nuestra historia de vida, lo afrontamos, lo aceptamos, y nos adaptamos, y en su momento, ya perderá todo su protagonismo, porque así opera nuestra vida, esta se traduce en momentos, y en esa fracción de instantes, nos puede pasar situaciones gratificantes, acompañadas de alegría, de placer, de júbilo, y de abundancia, pero a su vez, nos pueden llegar escenarios en donde sentimos a nuestra alma desolada, vacía, sin rumbo, sin aliento.
Desde esta zona a la que le llamo, meditación consciente, me pregunto: ¿Qué sentido tiene ir por la vida corriendo?, y aquí es relevante ampliar, el sentido de correr para el propósito de este escrito. Cuando me refiero a correr, o ir de prisa, lo quiero llevar a la manera en cómo conducimos nuestra vida, y cómo reaccionamos a lo que nos sucede cotidianamente. Mi esencia se llena de otras, y hay días que reviento en una profunda tristeza, por ver la angustia en los rostros y en las miradas de las personas, cuando no pueden salir de sus conflictos emocionales, y sentimentales. Porque es desde este lugar, en donde nos convertimos en drogadictos del sufrimiento. Algunos, pueden pensar, que escribo con un toque dramático, y catastrófico, pues les quiero decir, que cuando escribo, lo hago desde lo que vivo, y siento cotidianamente. A diario se cruzan en mi camino personas de carne y hueso, que pasan y llegan a mí, por distintas razones, pero sin duda alguna, los eventos que más me dejaron enseñanzas, son los de las personas que dejan de existir.
Tengo casos cercanos, que me sirven mucho para estar haciendo este escrito, por ejemplo, hace poco tuve la perdida de una persona de 39 años, que un día, se llenó de ira, actuó de manera impulsiva, y hoy, dejó este plano terrenal. En retrospectiva, hoy pienso que fue lo que esa persona anhelaba que pasara, puesto que ya no le encontraba sentido a su vida, y con este reciente caso, hago un llamado a estar en alerta, en vigilia, es decir en honrar, uno de los procesos de nivel superior más fantásticos que tenemos, nuestra consciencia, y digito consciencia con S, dado que etimológicamente, este tipo de consciencia, nos permite mantener una actitud en donde podemos peguntarnos para qué respiro, para qué me agito, para qué respondo con impulsos, para qué se presentan los conflictos, para qué compito con mi compañero de trabajo, de vida, de estudio, para que anhelo el dinero, para qué me enamoro, para qué sufro en nombre del amor, para qué tengo hijos, para que corro, para qué me estreso, para qué me angustio, para qué me deprimo.
Ir de prisa, o sin prisa por la vida, es una elección, en donde, te pido que revises la consecuencia de este acto lingüístico, pero antes de la derivación que pueda pasar posterior a la presentación de este acto, es el cómo nos sentimos cuando actuamos en automático, cuando actuamos aceleradamente, cuando reaccionamos de manera impulsiva, lograr identificar esos estados emocionales, es clave para la consecuencia de los mismos. Un ser humano consciente de su realidad actual, consciente de sus emociones, consciente de sus consecuencias, es un ser humano responsable, es decir, que responde con un alto grado de regulación emocional, que se auto dirige, y no se permite que por fuera pasen situaciones que lo desestabilicen, y si se descontrola, de inmediato reflexiona, y vuele a su estado de consciencia emocional. También, es una persona que frente a lo que lo acontece, es una persona que vive con prisa, pero vigilante a lo que pueda pasarle, es decir que vivir sin prisa, es un acto metafórico, hay que movernos, pero de manera consciente, sin interrumpir el tiempo de la divinidad, puesto que, desde esta mirada espiritual, todo lo que nos sucede tiene un tiempo de maduración, y de llegada. Adicionalmente, tiene un propósito, pero cuando vivimos en automático, le impedimos, y obstruimos los tiempos perfectos de nuestro creador, que, en síntesis, somos nosotros mismos, y lo que hay en nuestro interior.
Termino estas letras con este pensamiento: Cada quien se endemonia con la prisa que hay en su corazón.
¿Qué tenemos en la mente emocional?
¿Cuál, o cuáles son las heridas emocionales que aún no reconocemos?
¿Cómo sanar esas heridas emocionales?
La herida emocional es la que nos esclaviza, y nos orienta a ir por la vida de prisa, sin rumbo, bajitos de frecuencia, indecisos, vacíos, ya es el momento de despertar la consciencia emocional. Fraterno abrazo, y emociónate despertando tu consciencia, y tu lenguaje.
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